martes, 7 de junio de 2011

Cosas imposibles


Una niña de ocho años estaba en el patio trasero de su casa, que estaba repleto de rosales. Casi todos los días iba al columpio que le había construido su padre a base de una cuerda larga y un neumático. Se quedó contemplando al cielo, como cada día, admirando las aves. Su padre, que la estaba mirando desde hacia un rato por la ventana, decidió bajar las escaleras y llegó hasta donde estaba ella.

-¿Qué haces aquí, Nube?
-Mira.-dijo señalando hacia arriba con el dedo.
-¿Te gusta el cielo? Hoy está tan azul y despejado que me bañaría en él si pudiera hacerlo.
-Me gustan más las aves que lo sobrevuelan.
-¿Te gustaría volar? A tu edad yo también lo deseaba, y aún lo deseo.
-¡Me encantaría tener unas alas enormes, es lo que más deseo en el mundo!
-¿Pero no te parece que hay cosas más importantes?
-¡Qué va a haber más importante que eso!
-Algún día lo sabrás cariño, solo puedo decirte que tienes una espalda preciosa, no necesitas que unas alas grandes y llenas de plumas te la decoren, porque incluso, podrían ser incómodas y más siendo tú tan pequeña.
-Pero es lo que quiero, papá, puede que sea inútil, pero si un genio me concediera un deseo, sería lo primero que pediría.
-A mi también me gustaría volar, pero estoy segurísimo de que si aparece un genio, lo primero que le pediría sería salud y felicidad para ti y para tu madre, mi pequeña Nube.
-Pero papá, ¡yo quiero volar!

Diez años más tarde, cuando la pequeña Nube cumplió sus 18 años, su padre murió en un accidente de tráfico y entonces recordó ese día, en el que olía a rosales que su madre había cuidado con todo el cariño que la había cuidado a ella, también, pudo recordar el olor a neumático desgastado y a la pintura de la misma casa. 

-Papá, si puedes oírme, quiero decirte que ya no quiero volar, ahora que tú lo conseguiste, yo ahora deseo que vuelvas a estar a mi lado, como siempre lo estuviste, cada minuto, cada segundo... Quiero que vuelvan. Quiero que vuelvas a estar con mamá y conmigo, para así compartir más momentos inolvidables juntos, como hacíamos cuando yo aún era pequeña.

Pero lo que Nube no sabía, es que era más posible volar, que recuperar a alguien que ya había muerto...