lunes, 18 de octubre de 2010

Un día lluvioso.


Aoshi pasaba junto a mi, mientras yo le miraba fijamente, y es que no podía evitarlo. Aoshi tiene todo el pelo revuelto y oscuro, es un chico bastante tímido y muy serio. Tiene los ojos oscuros, aunque, nunca le he mirado directamente, la única vez que pude hablar con él, mirábamos los dos hacia el suelo. Tampoco le oí ni una sola palabra, digamos que no habló mucho, solamente movió los hombres haciéndose entender que decía que si a mis preguntas. Parecía que no le importaba, que no quería hablar conmigo...O que simplemente no le interesaba lo que le decía.

Mientras pasaba, yo me puse nerviosa, y lancé un suspiro, de esos que no puedes evitar. Una amiga me abrazó, esa chica, es la que él ama. Necesitaba un abrazo, aunque hubiese preferido que no hubiese sido ella. No tenía ni el más mínimo daño que me hacía. Entonces, él miró hacia nosotras y sonrió. Creo que solo la miraba a ella, seguramente no tarden en salir juntos, los dos se quieren. Y cuando dejo de abrazarme, quise llorar, estar en mi habitación y poner la música más triste que tenga a todo volumen, para no escuchar a mis padres.

Al llegar, no podía comer, se me revolvía el estómago. Me acosté, y después de unas horas de sueño y lágrimas, empezó a llover. Cayeron truenos, y cada vez la lluvia era más intensa. Parecía que la lluvia iba acorde a mis sentimientos. Entonces, lloré todavía más. Odio estar sola, cuando estoy sola, lloro. Odio llorar, y odio estar triste. Además, odio que se preocupen por mí. Y también, le odio a él.