martes, 14 de junio de 2011

Despedidas, que nunca son pedidas...


¿Sabes qué? Siempre he odiado las despedidas, decir adiós no se me da bien. Pero sin embargo, tengo que hacerlo, será la mejor despedida que haya conseguido hacer, porque es para ti, es por ti... Porque te echaré de menos, porque te necesito...

Te alejas, y yo, esperando en la estación, ya te echo de menos. ¿Cómo no voy a echarte de menos cuando la despedida sea en el aeropuerto? Sabiendo que serán meses sin verte, no un día ni dos. Porque sé que no podré aguantarme las ganas de llorar, porque te quiero...

Eres especial, me haces sentir especial... Y aunque no estés, seguirás siéndolo, seguirás haciendo que me sienta como la primera vez que te vi, como la primera vez que te miré a los ojos, como la primera vez que te abracé, o como la primera vez que te besé. Porque son momentos inolvidables, y no necesito ninguna caja de recuerdos para guardarlos, porque sé que es algo que jamás los olvidaré, al igual que a ti, que lo último que haría sería olvidarte.

Pero sé que no es un adiós definitivo, será un "hasta pronto", pero no un "hasta nunca". Y esperaré lo que haga falta, si es por ti.

Y ahora entiendo por qué las llaman despedidas, y es que nunca son pedidas, es más bien todo lo contrario. Yo nunca te pediría que te fueras de mi lado...

Fernando, I love you.