Mientras pasaba, yo me puse nerviosa, y lancé un suspiro, de esos que no puedes evitar. Una amiga me abrazó, esa chica, es la que él ama. Necesitaba un abrazo, aunque hubiese preferido que no hubiese sido ella. No tenía ni el más mínimo daño que me hacía. Entonces, él miró hacia nosotras y sonrió. Creo que solo la miraba a ella, seguramente no tarden en salir juntos, los dos se quieren. Y cuando dejo de abrazarme, quise llorar, estar en mi habitación y poner la música más triste que tenga a todo volumen, para no escuchar a mis padres.
Al llegar, no podía comer, se me revolvía el estómago. Me acosté, y después de unas horas de sueño y lágrimas, empezó a llover. Cayeron truenos, y cada vez la lluvia era más intensa. Parecía que la lluvia iba acorde a mis sentimientos. Entonces, lloré todavía más. Odio estar sola, cuando estoy sola, lloro. Odio llorar, y odio estar triste. Además, odio que se preocupen por mí. Y también, le odio a él.
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